Inspiración

Por Blanca Aguilar

Es lo que tiene ir haciéndose mayor, que de repente ves florecer el patio de las escuelas desde la perspectiva de un flor madura, y te sorprende la belleza de la primavera. Florecillas que surgen con toda la fuerza de la vida, ansiosas por beber de las aguas de las nuevas lluvias de la ciencia que nos invita a cambiar, a “leer” la vida desde este siglo nuevo que emerje para poner en duda todo lo que se hace en la escuela. Florecillas con el poder que les otorgan las nuevas tecnologías para comunicarse, dar la mano a otras flores, generar nuevas relaciones, amplificar la información.  Para las flores maduras es bonito sentir que de algún modo empezamos a abonar,  a asentar,  la tierra sobre las que ellas se asientan. Pero más bonito aún es saber que el patio es bello gracias a ellas, que renuevan , mejoran, vivifican,  regalan pasión y  color, perfumes nuevos, alegrías, al mundo de la docencia.

Por ellas, para ellas, y gracias a ellas, esta vieja flor escribe estas palabras, para sostenerlas en esta aventura, sabiendo que con su trabajo están embelleciéndome, también a mí, y dibujando con pasión un bello espectáculo primaveral que nos recuerda que la escuela está viva y siempre renace.

Enero de 2016


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